Por MARKETA STVERAKOVA
En el debate actual sobre la idoneidad y utilidad de las grandes infraestructuras me gustaría hacer una reflexión sobre el modelo de desarrollo turístico sostenible que lleva años implementando Costa Rica, con la intención de evaluar las distintas posibilidades de aprovechamiento turístico de los recursos naturales.

Del modelo de Costa Rica, observado personalmente in-situ, me han llamado la atención los siguientes aspectos. El país prácticamente carece de grandes infraestructuras, exceptuando los aeropuertos y aeródromos se puede afirmar que su red de carreteras para los estándares europeos es más bien deficiente, el ferrocarril es prácticamente inexistente, y, lo más curioso, no hay centros de interpretación o museos presentes en la cercanía de los recursos más visitados, y esto teniendo en cuenta que el acceso a los parques naturales es de pago.

Sin embargo, el viajero vive una auténtica experiencia en los parques naturales, gracias a la buena gestión de los recursos y su perfecta interpretación por parte de los guías locales. Es precisamente el modelo adoptado hace años el que ha permitido este “lujo”, ya que considerando que el turismo debe revertir en el bienestar de la sociedad, a cambio de restringir el uso ilimitado de los recursos, se ha creado un sistema de educación y acreditación para los habitantes locales, que una vez obtienen el título de guía oficial pueden vivir de “enseñar” la naturaleza en lugar de “consumirla”.

Los propios guías, muy sensibilizados, tienen claro que la protección de los espacios y de su biodiversidad es vital, para ellos y para todos, así que son los primeros que velan por el correcto comportamiento de los visitantes, transmitiéndoles los conocimientos, curiosidades y experiencias particulares, sin limitaciones del propio espacio, y con un entusiasmo real que se contagia rápidamente.

Puede ser que Costa Rica en algunos aspectos no reúne los estándares de calidad “europeos”, pero lo que sí podemos aprender de este pías es esta forma sencilla y enormemente eficaz de permitirle al visitante adentrarse en los increíbles espacios naturales que poseen, entenderlos y disfrutarlos, todo ello basado en una “calidad humana” excepcional.

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